miércoles, octubre 13, 2010

UN PEDAZO DE MI CABEZA.

Nuevamente todo acaba de la misma forma en la que empieza. Conmigo sentado en el rincón más oscuro de mí cuarto. Esto no es sino una prueba más de cuan patético realmente soy, de que no soy sino una farsa. ¿Cuándo deje de ser el mentiroso para convertirme en la mentira? Llevo años manteniendo una imagen, la clásica imagen del solitario incomprendido, siempre solo, siempre en la oscuridad, y todos terminaron “dándome el avión”.

Para ser honesto, no creo que nadie sepa la verdad, o al menos no completa. La gran mayoría sigue pensando que todo este asunto mío de esconderme en rincones oscuros, de vestirme únicamente con los elementales blanco y negro, o negro y negro, o a veces negro y azul marino (aunque de hecho uso también rojo de vez en cuando), que todo eso tiene que ver con mi obsesión con el vampirismo. A decir verdad esa obsesión vino después, ya que todo eso solo tenía una razón, la misma que sigue hasta ahora. Miedo.

Últimamente he tenido que estar revalorando mis miedos, y al hacerlo me di cuenta de que a final de cuentas no he cambiado tanto como creí que lo había hecho. Sigo siendo el mismo niño asustado de la misma cosa. A todo el mundo suelo decirle que no me da miedo morir, cosa que de hecho es verdad, pero aquellos que me conocen un poco creen que es porque yo entiendo que la muerte es parte de la vida y que es normal, y bueno, y hermoso, que el miedo a la muerte es completamente irracional porque en realidad nadie se pone a pensar en que también ofrece algo importante y que además que todos realmente deseamos. Ahora bien, toda esa porquería es en realidad verdad, sin embargo, no es la razón por la cual no le temo a la muerte.

Están también las personas que creen que me conocen, y que creen que saben la razón por la cual no temo morir. Esas personas son mis antiguos “compañeros de juegos”. Ellos piensan que la razón es simple y sencillamente que hay cosas peores que morir. Eso también es verdad, ellos lo saben, yo lo sé. Antiguos “compañeros de juegos”. Solíamos “jugar” juntos a cosas interesantes. Vimos mucho, nos pasó mucho e hicimos mucho. Aprendí muchas cosas entonces, y sí, efectivamente hay cosas peores que le pueden suceder a una persona que la más horrible de la muertes. Sin embargo esa tampoco es la razón.

Me gustaría decir que también están las personas que de hecho me conocen y que entienden cuál es la verdadera razón, pero honestamente no sé si las haya. La verdadera razón no tiene nada que ver con experiencia ganada a través de los años, no tiene que ver con ninguna explicación rebuscada, dicha con bonitas palabras que suenen como una lección de vida zen o alguna de esas cosas que me gusta sacar para sentirme más importante, más inteligente, o simplemente mejor que las personas a mi alrededor, cuando de hecho no lo soy. No. La razón es muy ordinaria y muy sencilla. No es morir el que me causa problema porque simplemente no es un problema. Es vivir. Vivir es lo más difícil que uno como ser humano tiene que hacer. Morir es fácil, vivir no cualquiera lo hace.