La Chica Gris
PROLOGO
Era simplemente, que ella no creía en nada, sobre todo cuando se trataba de si misma. Tenia la costumbre de subestimarse en demasía, y aún cuando las personas a su lado se esmeraban en mostrarle cuan maravillosa era, ella sencillamente se negaba a verlo; tenia una venda invisible sobre los ojos que ella misma se empeñaba en apretarse bastante. Era simplemente, que no tenía Fe.
La chica del cabello café dorado, de sonrisa prolongada y profunda, de brazos generosos, de ojos tristes. Navegaba por la vida de manera meramente etérea, rodeada por el dolor que la vida misma le había provocado a través de los años, ya que la vida claramente se había ensañado con ella. Sin embargo, nada de lo sucedido afectaba el candor de su sonrisa, y a pesar de todo, se mantenía alejada de lo prosaico de los juicios generales basados en términos de bien y mal. No blanco y negro, era una chica puramente gris. Una chica gris, en todo sentido posible.
Una personalidad ambigua y de contrastes era la que definía a la chica gris. Definitivamente si hay algo que yo pudiera decir sobre mi amiga, la chica gris, es precisamente que resulta una persona llena de contrastes. Yo, el solitario, el que vive en sueños, el cuenta cuentos. Yo podría decirles una o dos cosas sobre la chica gris.
De la chica gris aprendí lo que significa sonreír en serio y no de forma vana. Con ella he podido derramar mis interminables lágrimas invisibles, llorar en silencio por incontables horas. A ella le he entregado mi corazón hecho pedazos con la esperanza de que me ayude a repararlo. Sin importar qué, ella ha respondido a los retos de manera más que cabal, superando por mucho mis expectativas.
Ella es la chica que sabe como hacerte sentir bien. Entonces, ¿Por qué no lo hace con ella misma? ¿Por qué tiene todas las respuestas a mis preguntas y ninguna para las suyas? ¿Por qué el desprecio a si misma?
CAPITULO ÚNICO
Estamos juntos, uno frente al otro. Me dedica una falsa sonrisa pero no consigue engañarme. Sostengo sus manos entre las mías y respiro profundamente.
- Estas pasando por un mal momento, lo se. – Le dije. – Déjame ayudarte. –
- No puedes. No entiendes.
- No, no entiendo. Pero si no puedo ayudarte, al menos déjame estar ahí para ti.
Silencio, no me responde. Solo veo como se desdibuja su linda sonrisa, como baja su mirada. Solo veo un par de lágrimas lamerle las mejillas; lágrimas que ella trata de ocultarme bajo su cabello. Me acerco y la abrazo con ternura, le limpio las lágrimas y le beso la frente. Entonces, le susurro tranquilamente.
- A mi no tienes que demostrarme que eres fuerte. Yo se que lo eres. Conmigo no tienes que ser fuerte, conmigo puedes ser solo una chica como cualquier otra. – Me dirige una mirada de disgusto y yo solo sonrió. Nunca le ha gustado ser una chica común y corriente. – El punto es que puedes confiar en mí, para lo que sea.
Ella aprieta su rostro contra mi pecho, cosa que interpreto como su respuesta, como un simple “lo se”. La miro a los ojos y le digo lo que se empeña en negar.
- Lo único que necesitas es un poco de Fe.
- ¿Ahora me vas a salir con cuestiones religiosas? – Se burla. Yo solo le sonrío, dejándole saber que entendí la broma.
- Fe en ti misma. Esa clase de Fe…
Seguimos uno en los brazos del otro, ya sin decir nada. Dándonos mensajes que no necesitan palabras. Continuamos así, rodeados por la comodidad del silencio. Fundidos en un mutuo abrazo. Dejando que la realidad nos resbale del cuerpo sin afectarnos.
EPILOGO
Era simplemente, que ella no creía en nada, sobre todo cuando se trataba de si misma. Era simplemente, que no tenía Fe. La chica gris continúa con la sonrisa prolongada y profunda. Sigue teniendo los brazos más generosos. Pero sobre todo, sigue teniendo la mirada triste.
El dolor que le causa la vida no va a desaparecer con el tiempo. Esos dolores nunca desaparecen, uno simplemente se acostumbra a vivir con ellos. Solo resta tener paciencia y esperar. Esperar el día en que la chica gris finalmente se quite la venda invisible de los ojos que tanto se empeña en apretar. Esperar el día en el que al fin logre ver la magnificencia y la belleza de su persona.
Era simplemente, que ella no creía en nada, sobre todo cuando se trataba de si misma. Tenia la costumbre de subestimarse en demasía, y aún cuando las personas a su lado se esmeraban en mostrarle cuan maravillosa era, ella sencillamente se negaba a verlo; tenia una venda invisible sobre los ojos que ella misma se empeñaba en apretarse bastante. Era simplemente, que no tenía Fe.
La chica del cabello café dorado, de sonrisa prolongada y profunda, de brazos generosos, de ojos tristes. Navegaba por la vida de manera meramente etérea, rodeada por el dolor que la vida misma le había provocado a través de los años, ya que la vida claramente se había ensañado con ella. Sin embargo, nada de lo sucedido afectaba el candor de su sonrisa, y a pesar de todo, se mantenía alejada de lo prosaico de los juicios generales basados en términos de bien y mal. No blanco y negro, era una chica puramente gris. Una chica gris, en todo sentido posible.
Una personalidad ambigua y de contrastes era la que definía a la chica gris. Definitivamente si hay algo que yo pudiera decir sobre mi amiga, la chica gris, es precisamente que resulta una persona llena de contrastes. Yo, el solitario, el que vive en sueños, el cuenta cuentos. Yo podría decirles una o dos cosas sobre la chica gris.
De la chica gris aprendí lo que significa sonreír en serio y no de forma vana. Con ella he podido derramar mis interminables lágrimas invisibles, llorar en silencio por incontables horas. A ella le he entregado mi corazón hecho pedazos con la esperanza de que me ayude a repararlo. Sin importar qué, ella ha respondido a los retos de manera más que cabal, superando por mucho mis expectativas.
Ella es la chica que sabe como hacerte sentir bien. Entonces, ¿Por qué no lo hace con ella misma? ¿Por qué tiene todas las respuestas a mis preguntas y ninguna para las suyas? ¿Por qué el desprecio a si misma?
CAPITULO ÚNICO
Estamos juntos, uno frente al otro. Me dedica una falsa sonrisa pero no consigue engañarme. Sostengo sus manos entre las mías y respiro profundamente.
- Estas pasando por un mal momento, lo se. – Le dije. – Déjame ayudarte. –
- No puedes. No entiendes.
- No, no entiendo. Pero si no puedo ayudarte, al menos déjame estar ahí para ti.
Silencio, no me responde. Solo veo como se desdibuja su linda sonrisa, como baja su mirada. Solo veo un par de lágrimas lamerle las mejillas; lágrimas que ella trata de ocultarme bajo su cabello. Me acerco y la abrazo con ternura, le limpio las lágrimas y le beso la frente. Entonces, le susurro tranquilamente.
- A mi no tienes que demostrarme que eres fuerte. Yo se que lo eres. Conmigo no tienes que ser fuerte, conmigo puedes ser solo una chica como cualquier otra. – Me dirige una mirada de disgusto y yo solo sonrió. Nunca le ha gustado ser una chica común y corriente. – El punto es que puedes confiar en mí, para lo que sea.
Ella aprieta su rostro contra mi pecho, cosa que interpreto como su respuesta, como un simple “lo se”. La miro a los ojos y le digo lo que se empeña en negar.
- Lo único que necesitas es un poco de Fe.
- ¿Ahora me vas a salir con cuestiones religiosas? – Se burla. Yo solo le sonrío, dejándole saber que entendí la broma.
- Fe en ti misma. Esa clase de Fe…
Seguimos uno en los brazos del otro, ya sin decir nada. Dándonos mensajes que no necesitan palabras. Continuamos así, rodeados por la comodidad del silencio. Fundidos en un mutuo abrazo. Dejando que la realidad nos resbale del cuerpo sin afectarnos.
EPILOGO
Era simplemente, que ella no creía en nada, sobre todo cuando se trataba de si misma. Era simplemente, que no tenía Fe. La chica gris continúa con la sonrisa prolongada y profunda. Sigue teniendo los brazos más generosos. Pero sobre todo, sigue teniendo la mirada triste.
El dolor que le causa la vida no va a desaparecer con el tiempo. Esos dolores nunca desaparecen, uno simplemente se acostumbra a vivir con ellos. Solo resta tener paciencia y esperar. Esperar el día en que la chica gris finalmente se quite la venda invisible de los ojos que tanto se empeña en apretar. Esperar el día en el que al fin logre ver la magnificencia y la belleza de su persona.
Amiga: Feliz Navidark Jess...
1 Comments:
Que tranza carnal?
Solo pasaba por aqui, y quise saludarte, como andamos?
Guey, mal pedo, pero como dos dias despues de que me mandaste el mensaje me di cuenta que solo pense en que te escribia, y realmente no lo hice, ja. Perdon carnal. Mira, sabes que vos siempre seras mi carnal, aunque nos veamos poco, de este lado ni de que preocuparse carnal.
Te mando un abrazo, y mucha suerte.
Por cierto, que chido que ya andas chambeando, felicidades!
Cheers!
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