El Recuerdo
Me levanto con demasiada dificultad, la noche aun no termina y yo sigo adolorido, la oscuridad comienza a devorar la habitación entera y la tenue luz mortecina de la vela esta por extinguirse.
Me levanto de la cama, los dedos de mis pies se posan sobre los pétalos de rosa machacados que hace algunas horas cubrían toda la colcha. Me siento mareado y con nauseas, y sin embargo, con una enfermiza sensación de satisfacción, de placer.
Recargo los brazos en el borde de la ventana y enciendo un cigarro, el humo penetra en mis pulmones y me produce aun mas nauseas de las que ya tenia pero no importa, sigo dando largas caladas al marlboro de una manera pausada, mi boca esta seca completamente y mi garganta empieza a sentir el raspar del humo de una manera incomoda.
Enciendo otro cigarro, esta vez agarro la botella de Jack Daniels que estaba sobre la mesa y le doy un trago, la cabeza comienza a darme punzadas y la embriaguez empieza a manifestarse poco a poco.
Giro la cabeza hacia la cama y la observo detenidamente, las suaves sabanas de satén enmarcan delicadamente sus piernas, y yo pienso en sus muslos, en el delicioso sabor que encontré entre ellos, en la calidez y la dulzura que me dieron hace unas horas.
Y miro sus pechos desnudos brillando por el sudor, los miro con morbo y deseo, con ganas de llevármelos nuevamente a la boca, y saborearlos y mordisquearlos una vez mas, y sentir sus pezones entre mis labios y mis dedos, sentir ese calor que me consumía y excitaba al oír sus gemidos mientras su espalda se arqueaba con espasmos de placer.
Muerdo mis labios hasta hacerlos sangrar por la ansiedad de poseerla una vez más. Le doy otro trago a la botella y dejo que el whisky se mezcle con el exquisito sabor de la sangre. Enciendo otro cigarro para intentar calmar mi propia excitación pero la nicotina esta vez se niega consumar su efecto.
Un ruido llama mi atención, desvío la mirada de la ventana y la veo a ella, de pie, junto a mi, con su hermosa y frágil figura ante la luz de la luna que se escabulle entre el vidrio, sus ojos me miran directamente con su encantador y penetrante verde esmeralda y maravillosamente enmarcados por el escarlata carmín de su cabellera, y un fulgor destella de ellos, un fuego intenso e hipnótico.
Ella me rodea el cuello con sus brazos, me sonríe y finalmente funde sus labios con los míos en un beso que parece eterno pero que solo dura un instante. Me toma de la mano y me lleva de vuelta a la cama. Y yo, yo ya no resisto mas. La tomo en mis brazos y la abrazo con fuerza, y ella derrama lágrimas de éxtasis y amor al unirnos nuevamente en una danza de placer y deseo.
Despierto y me obligo levantarme, el sol matutino lastima mis ojos y mi cuerpo se niega a moverse a causa de un intenso dolor que agobia todos mis músculos. Miro a la puta que se encuentra a mi lado y me niego a aceptar que era ella la protagonista de tan excitante visión; y no me equivoco, no lo era. Otra simple compañera de cama, una más, una extraña, un intento de olvidar una culpabilidad infundada por la perdida del verdadero amor de mi vida, un amor que quedo atrapado en el pasado, una alucinación que ha vuelto a acosarme en el sueño nocturno.
Pero no, no fue un sueño ni una visión, fue un recuerdo de tiempos que se niegan a dejarme, que me hieren como un cuchillo afilado atravesando mi corazón, agobiando mi alma, recuerdo que no puedo olvidar, que no quiero olvidar.
Me levanto de la cama, los dedos de mis pies se posan sobre los pétalos de rosa machacados que hace algunas horas cubrían toda la colcha. Me siento mareado y con nauseas, y sin embargo, con una enfermiza sensación de satisfacción, de placer.
Recargo los brazos en el borde de la ventana y enciendo un cigarro, el humo penetra en mis pulmones y me produce aun mas nauseas de las que ya tenia pero no importa, sigo dando largas caladas al marlboro de una manera pausada, mi boca esta seca completamente y mi garganta empieza a sentir el raspar del humo de una manera incomoda.
Enciendo otro cigarro, esta vez agarro la botella de Jack Daniels que estaba sobre la mesa y le doy un trago, la cabeza comienza a darme punzadas y la embriaguez empieza a manifestarse poco a poco.
Giro la cabeza hacia la cama y la observo detenidamente, las suaves sabanas de satén enmarcan delicadamente sus piernas, y yo pienso en sus muslos, en el delicioso sabor que encontré entre ellos, en la calidez y la dulzura que me dieron hace unas horas.
Y miro sus pechos desnudos brillando por el sudor, los miro con morbo y deseo, con ganas de llevármelos nuevamente a la boca, y saborearlos y mordisquearlos una vez mas, y sentir sus pezones entre mis labios y mis dedos, sentir ese calor que me consumía y excitaba al oír sus gemidos mientras su espalda se arqueaba con espasmos de placer.
Muerdo mis labios hasta hacerlos sangrar por la ansiedad de poseerla una vez más. Le doy otro trago a la botella y dejo que el whisky se mezcle con el exquisito sabor de la sangre. Enciendo otro cigarro para intentar calmar mi propia excitación pero la nicotina esta vez se niega consumar su efecto.
Un ruido llama mi atención, desvío la mirada de la ventana y la veo a ella, de pie, junto a mi, con su hermosa y frágil figura ante la luz de la luna que se escabulle entre el vidrio, sus ojos me miran directamente con su encantador y penetrante verde esmeralda y maravillosamente enmarcados por el escarlata carmín de su cabellera, y un fulgor destella de ellos, un fuego intenso e hipnótico.
Ella me rodea el cuello con sus brazos, me sonríe y finalmente funde sus labios con los míos en un beso que parece eterno pero que solo dura un instante. Me toma de la mano y me lleva de vuelta a la cama. Y yo, yo ya no resisto mas. La tomo en mis brazos y la abrazo con fuerza, y ella derrama lágrimas de éxtasis y amor al unirnos nuevamente en una danza de placer y deseo.
Despierto y me obligo levantarme, el sol matutino lastima mis ojos y mi cuerpo se niega a moverse a causa de un intenso dolor que agobia todos mis músculos. Miro a la puta que se encuentra a mi lado y me niego a aceptar que era ella la protagonista de tan excitante visión; y no me equivoco, no lo era. Otra simple compañera de cama, una más, una extraña, un intento de olvidar una culpabilidad infundada por la perdida del verdadero amor de mi vida, un amor que quedo atrapado en el pasado, una alucinación que ha vuelto a acosarme en el sueño nocturno.
Pero no, no fue un sueño ni una visión, fue un recuerdo de tiempos que se niegan a dejarme, que me hieren como un cuchillo afilado atravesando mi corazón, agobiando mi alma, recuerdo que no puedo olvidar, que no quiero olvidar.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home